Os presentamos a nuestra Oma (la de gafitas) y su hermana Loti ("Carlota" en alemán).
De rojo, nuestra hermana Nina, y de amarillo... ¡nosotras!
La historia de Carlota's se remonta, en realidad, a nuestra tradición familiar, que pasa de madres a hijas desde hace muchos años. Desde muy pequeñitas, en Adviento (cuatro domingos antes de Nochebuena) ayudábamos a hacer galletas para regalar a la familia y a los invitados, preparábamos un pastel y encendíamos una velita de las cuatro que están colocadas encima de la corona de Adviento.
¡Siempre recordamos con cariño esos domingos! Solíamos ir a casa de nuestra oma, nuestra abuela alemana. Después de comer nos reuníamos en la cocina en torno a una laaaarga mesa de mármol y nos disponíamos unas al lado de las otras, madres e hijas. En aquella época las básculas eran de pesos, no como las de ahora… eso sí, ¡muy precisas! En ellas pesábamos cuidadosamente todos los ingredientes y los disponíamos en boles.
Primero poníamos sobre la mesa la harina formando una montañita y haciendo un agujero en medio a modo de volcán, y en el centro colocábamos el azúcar y la mantequilla. Luego empezábamos a amasar la mezcla con nuestras pequeñas manos. Para evitar que se nos pegara la masa, nuestra oma nos mandaba coger un poco de harina… ¡y aplaudir con las manos! ¡Clap, clap, clap! ¡Aplausos de harina!
Una vez formada la masa, con la ayuda de nuestra mami, la extendíamos con un rodillo y la recortábamos con un molde, poníamos las galletas en latas de alumino y las colocábamos en el horno. Sabíamos que estaban listas porque a los diez minutos, mientras charlábamos tomando nuestra tacita de té, empezaba a salir del horno un olor dulce de galleta que impregnaba toda la casa. Mmmm… ¡galletas!
Una vez hechas las poníamos encima de una rejilla y las dejábamos enfriar, las rellenábamos con la mermelada y las hacíamos rodar por el borde en un plato de azúcar. ¡Unas de nuestras preferidas eran las de frambuesa! Luego las guardábamos en latas para conservarlas hasta que tuviéramos todas la variedades que solíamos hacer. Y después, nuestra mami tenía que esconder las latas en lugares estratégicos o cerrar el armario de la despensa con llave… porque si no, cuando llegaba el último domingo de Adviento ¡¡ya no quedaba ni una!!
En nuestra familia gran parte de nuestra vida ha girado en torno a la cocina: los grandes momentos, las decisiones, las buenas y malas noticias… Seguimos con nuestra tradición, enseñando a nuestros hijos Pau, Júlia, Alex, Claudia, Nicole y Joseph, y aún hoy, nuestro principal centro de reunión sigue siendo la cocina. ¡Porque un lugar de donde salen tantas cosas ricas siempre es un buen lugar!
La oma Margarite se pasaba todo el día cocinando galletas. Tenía una inmensa cocina, con una inmensa mesa de mármol donde nosotras volcábamos todo nuestro talento infantil y adornábamos las mil y una galletas que salían de su ajetreado horno.
En nuestra familia siempre se ha pensado en galletas, hablado de galletas, cocinado y comido galletas. Es una obsesión.
Hoy por hoy seguimos creando, cortando y pintando galletas de forma artesanal, de la misma forma que lo hacía nuestra querida oma. Nuestras galletas tienen vida propia, en nuestra cocina te puedes encontrar cualquier cosa, desde una tetera hasta una enfermera, desde un calcetín hasta un maletín. Conviven hipopótamos, gallos, zapatos y silbatos. Gallinas, trompetas, princesas y regalos de empresa.
Todo es mágico en nuestra cocina, y sobre todo muy, muy, pero que muy dulce y divertido.
Mmmm... ¡galletas!.
CARLOTA Y ELENA, Carlota's.