"Un día
Carlota volvió a hacer galletas. Era un día, de “esos días”. En esos días, hay
gente que relee la primera página de su novela favorita, llama a un amigo de la
infancia, se acuerda de su abuela, se pone el jersey más viejo del armario…
Carlota se pasó un día entero haciendo galletas. Los niños volvieron del
colegio y Carlota siguió haciendo galletas. Los abrazó, los mimó, los bañó, los
acostó, cenó con su marido y mientras, siguió haciendo galletas hasta que se
fue a dormir. Por supuesto no eran galletas corrientes, eran galletas
riquísimas, eran todas las cosas que a Carlota le gustaban convertidas en
galletas.
Al día siguiente, ya no era uno de esos días y Carlota no sabía que
hacer con tantas galletas. Regaló galletas a amigos, familiares y vecinos, pero
todavía le quedaban muchas y decidió venderlas. Sus galletas gustaron tanto que
le pidieron muchas más y tuvo que buscar un sitio más grande y llamar a su
hermana Elena para poder hacer todavía más galletas. Desde entonces Elena
y Carlota hacen galletas juntas porque han descubierto que para ellas es
la mejor manera de recordar y compartir todas las cosas que están en sus
corazones desde siempre".
(Gracias a nuestra
amiga Mónica Mosso, por este relato de la verdadera historia de Carlota's contado de esa forma
tan deliciosa que solo ella consigue).
**La fotografía es de Roger Castellón para http://www.immatortajada.cat/la-tradicio-de-carlota-rodes-socia-fundadora-de-carlotas/?lang=ES
Qué bonito el relato, y vuestras galletas me encantan!
ResponderEliminarSaludos,
Tamara.